El 24 de octubre de 1945, se constituye en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas, la ONU, después de que su Carta de nacimiento fuera ratificada por China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos, amén de la mayoría de los demás signatarios. Desde entonces, en esta fecha, hoy, se celebra el Día de las Naciones Unidas todos los años.
Es interesante pensar en si tal institución ha fracasado en sus objetivos, si realmente sirve para algo. Estados Unidos comenzó a retirar su presencia hace ya tres años, entendiendo que su coste económico era muy alto, para los resultados que producía. El Consejo de Derechos Humanos tiene entre sus naciones parte a China, Arabia Saudí, Cuba o la Venezuela bolivariana. Las campañas que lanzan son de un concreto sesgo ideológico casi que al modo de ingeniería social sin respetar una legítima pluralidad en el pensar y entender las relaciones humanas. ¿Es pues la ONU el foro internacional de encuentro de todos, o es un agente concreto con su propia agenda e intereses? Los conflictos se perpetúan y continúan naciendo, y la fundamentación que la sociedad internacional ha deseado darse a sí misma como marco de convivencia –los Derechos Humanos-, parece nada más que papel mojado, o casi que un eslogan publicitario enarbolado bajo interés o para lanzárselo unos contra otros, en manos de lobbys y grupos de presión.
La ONU nació para buscar el entendimiento de las naciones y evitar que un horror de la magnitud de la segunda guerra mundial jamás volviera a producirse, tratando de atajar las causas de los conflictos, antes de que el horror fuera su consecuencia. En ese sentido hay que reconocer que pese a la cantidad de conflictos que desde 1945 hasta aquí se han dado –algunos de grandísima relevancia humana- no ha vuelto a darse un conflicto bélico de las dimensiones de la guerra del 39 al 45.
Pero no sé si podemos decir lo mismo al respecto de abordar las causas que terminan generando el enfrentamiento. Eso lo vemos a diario. La sociedad internacional pensó que los Derechos Humanos podrían ser el espacio de convivencia compartido entre todos, pero viendo su desarrollo en el tiempo, y la realidad en cómo se conquistan y defienden, en cómo se respetan (o más bien no…) o en cómo se utilizan contra unos u otros, quizás lo que parece es que se han convertido en una excusa, un “relato político”, una justificación superficial y banal, para una determinada manera e impulso de guiar a la comunidad globalizada de las naciones, por un determinado sendero.
Diera la sensación que la ONU se ha convertido en uno de los principales constructores de esta sociedad globalizada de progresismo ideológico y pensamiento único, en uno de los agentes que se encargan de reconstruir el relato de la historia para legitimar según qué planteamientos, en uno de los principales narradores que legitiman un planteamiento social que niegue todo valor de lo heredado y lo recibido, en casi que un guardia y gendarme del mensaje que distingue y separa y hace tolerable o no según quién y qué piense y opine, en uno de los necesario educadores del modelo de sociedad abierta que nos dicen lo que tenemos que pensar y creer, lo que es aceptable o lo que no…
Si alguna vez quiso ser imagen del mejor espíritu democrático, del mejor sentido de los Derechos Humanos que nos retrotrae al dominico Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, si quiso ser un Ágora internacional donde acercar posturas, donde dialogar y encontrarse, donde tratar de que las causas de los enfrentamientos pudiesen abordarse para solucionarse y no arrastrar a la violencia, si alguna vez se vió como el espacio de respeto y encuentro de quienes piensan legítimamente de forma distinta, hace mucho que dejó de serlo.
Hoy 24 de octubre, en el que vemos cómo se niega la posibilidad de pensar distinto al discurso dominante, en el que vemos como se instaura e institucionaliza un relato particular e interesado sobre la historia, en el que se justifica lo injustificable, y se condena lo que legítimamente otros piensan respetuosamente, en estos tiempos en que pensar distinto es un riesgo, en el que los derechos humanos sólo son válidos si se esgrimen en un determinado sentido, hoy recordamos que las Naciones Unidas se fundaron para evitar el horror de la guerra, sin darnos cuenta que vamos a otro horror, no quizás de guerra, pero si el horror de la dictadura de una determinada manera de pensar.
Vicente Niño, OP