Acabamos de iniciar la Semana Santa. El domingo acompañamos a Jesús en su entrada triunfal (¿triunfal?, ¡Pero si iba a lomos de un burro y quienes le vitoreaban lo hacían por su propio interés, pensando en ellos mismos!)
En los textos que la liturgia nos propone para ayer lunes y para hoy martes, aparecen varios personajes. Me llaman la atención varios de ellos y os propongo una lectura detenida de los textos para poder ver quiénes son y cómo actúan.
Destaca la presencia de Judas, que aparece en ambos textos y en ninguno de ellos sale bien parado. Quizás es bueno recordar que los evangelios fueron escritos cuando ya conocían “el final de la película” y ya sabían que El Iscariote había traicionado a Jesús. El evangelio del Lunes Santo nos habla del momento, ya de camino a Jerusalén, cuando Jesús para en casa de sus amigos, María, Marta y Lázaro y la primera derrama un perfume carísimo de nardos sobre Jesús y, en un alarde de amor, lo enjuga con sus cabellos. El texto nos explica que el interés que muestra Judas por los pobres no es sincero, sino que el discípulo era un ladrón –y un corrupto– que, de la bolsa comunitaria, se llevaba “comisiones” para su bolsillo.
En el evangelio del Martes Santo, Judas es acusado directamente por Jesús de su futura traición y “le anima” a hacer lo que debe hacer.
Además de la primera reacción contra Judas, suele surgirnos una de compasión por “haber sido escogido”, por ser cooperador necesario en la muerte de Jesús. Quizás sea bueno pararnos este día y pensar cuándo somos cooperadores necesarios para que el mal se expanda o, al menos, no deje de crecer…
También podemos ponernos en la piel de Lázaro y sus hermanas y pensar cómo se sentirían esos días que el Maestro paraba en su casa, disfrutaba de la intimidad con ellos. Una vez que Jesús fue crucificado, ¿cómo vivirían haber sido sus amigos cercanos, su lugar de descanso, haberle dado de comer o haber derramado su perfume sobre Él poco tiempo antes del desenlace fatal?
Y también están los demás discípulos y Pedro, al frente de ellos. Se va acercando el momento de la muerte de Jesús y, por ahora, están todos unidos, aunque es posible que la inquietud de acercarse a Jerusalén la experimentaran todos.
¿Cómo quiero vivir estos últimos días de la vida del Maestro? ¿Como Judas? ¿Cómo Pedro y los discípulos? ¿Cómo María, Marta y Lázaro? ¿Cómo el propio Jesús?
Olivia Pérez