Este sábado, en el monasterio de la Inmaculada Concepción de Torrent (Valencia), la familia dominicana nos hemos reunido en torno a la propuesta del Maestro de la Orden de que reflexionemos y oremos por la Paz en distintos lugares. Para el mes de diciembre sugirió hacerlo en torno a la República Democrática del Congo, un país tan maltratado que necesita algo más que un milagro.
Tuvimos la suerte de que, desde hace dos años, vive en València fray Frederick Mwindilay, fraile dominico procedente de aquel país y que nos hizo un viaje por la historia y la situación actual de su tierra, para que pudiéramos acercarnos a comprender qué es lo que está pasando allí.
La realidad descrita por fr. Frederick nos dejó desolados, porque ¡hay tanto por hacer! La gran riqueza de las tierras de la RD. Congo se han convertido para sus habitantes en una gran desgracia, fuente de codicia de las grandes multinacionales que las extraen y que amenazan con esquilmar aquel territorio. La política no logra hacerse con el mando de la economía y quienes deberían dar estabilidad se convierten en cómplices de matanzas, violaciones y una cada vez más probable futura guerra civil, si el candidato electo, que no es del gusto de las grandes potencias y de los dueños del dinero, es finalmente nombrado presidente del Congo.
Estar informados e informadas, contarlo y denunciarlo y, sobre todo, recordar que somos poderosos consumidores y más que valiosos ciudadanos y ciudadanas votantes son algunas de las propuestas que entre Frederick y los asistentes pudimos aportar. Estas son nuestras herramientas para cambiar la situación. Y, la oración, ¡por supuesto!, para pedir, no una intervención divina, claro, sino una transformación de las personas, de las responsables directas y no; de las que sufren las consecuencias; y de quienes las propiciamos por falta de conocimiento o de implicación…
Olivia Pérez Reyes