Estos días se va a oír hablar de inmigración. De migraciones y migrantes, como muchos preferimos llamar a ese fenómeno que ha existido desde el principio de la humanidad: parece que está claro que quien es hoy el ser humano proviene de África y se extendió por el mundo conocido por medio de una larga excursión a pie. Y que, pese a muros o vallas conconcertinas, mares, mafias, centros de internamiento y políticas racistas que hacen Gobiernos racistas, se va a seguir produciendo hasta que acabemos con esta tierra tal como la conocemos —fenómeno que ocurrirá más pronto que tarde si no hacemos pronto algo por evitarlo—.
El próximo 18 de diciembre es el Día Internacional de las Migraciones: justo una semana antes de que cristianos y cristianas celebremos la llegada al mundo del Dios que se hizo hombre y por tanto, migrante “de su condición divina” a la humana, por no hablar del empadronamiento, el viaje a Belén o la huida a Egipto, que tampoco es necesario ahora…
Además, estos días, se ratifica en Marrakech el Pacto Mundial de la Migración segura,ordenada y regular. El texto fue acordado por todos los países miembros dela ONU, excepto EE.UU., aunque algunos ya han anunciado que no lo van a ratificar: Israel, República Dominicana y Australia, entre otros, y en el lado europeo, Hungría, Italia y Austria, y algunos más. Es decir, en el mes de julio dijeron que sí, pero ahora consideran que invade sus competencias y les resta soberanía. ¿Qué pensaban que era consensuar y acordar si no ceder posturas y aceptar otras para mejorar entre todos, una situación que, espero que convengan conmigo, atenta contra los derechos fundamentales de millones de personas en elmundo?
El pacto, según la ONU “es el primer acuerdo global para ayudar a aprovechar los beneficios de la migración y proteger a los inmigrantes indocumentados”. Se trata, afirman, “del primer intento de gestionar los flujos migratorios de forma integral y a escala internacional”. Puesto que las migraciones son una realidad internacional, parece adecuado al sentido común que sea esta la forma en que se gestionen.
No he podido leer el pacto y por tanto no dispongo de información necesaria para saber si este acuerdo será capaz de solucionar las dificultades, violaciones de derechos, violaciones a secas,muertes y maltrato al que se enfrentan millones de personas no tan lejos de nuestras casas, ahí, mismo, en nuestra frontera Sur y en otras por todo el mundo.Lo que sí creo es que, en verdad, las migraciones son un fenómeno, que no un problema, mundial, y como tal ha de ser tratado. Y que esos miles, millones de personas que se mueven por el mundo, huyendo de la pobreza y la miseria, la violencia, la injusticia o a causa del cambio climático son eso, personas,hombres, mujeres, niños y niñas como usted y como yo. Con manos, ojos, piernas y brazos y sobre todo sueños de paz, justicia y bienestar para ellas y sus familias como los que pueda tener usted o yo; con la única diferencia de que al nacer, lo hicieron en un lugar en el que aspirar a cumplir esos sueños era más difícil, por no decir imposible.
Ellas ya están intentando cambiar su suerte. Y nosotras, las personas que nacimos en este otro lado del planeta, ¿qué vamos a hacer?
Olivia Pérez