Se han cumplido en estos días 30 años desde que apareció la primera embarcación cargada de personas procedentes del norte de África a nuestras costas, concretamente en Tarifa donde murieron once personas y hubo siete supervivientes.

A muchos de nosotros estos 30 años nos pueden quedar lejísimos y casi nos puede sorprender que se nos recuerde cual fue la fecha justa del comienzo de este movimiento de inmigración a través de pateras desde el continente africano. Y la primera pregunta que se me viene a la cabeza es ¿Seremos conscientes alguna vez de la cantidad de personas que a través de estos 30 años han dejado la vida en las aguas del mar Mediterráneo? ¿Cuántos sueños tirados al mar, cuanto desconsuelo, cuando dolor, cuanto silencio y pasotismo por nuestra parte?

A veces estamos tan adormilados, nuestro corazón vive tan superficial y sus latidos son tan fríos que hay pocas cosas que lo hagan estremecer y entrar en calor. Por eso creo que hoy es día de hablar de los que nadie habla, de los nadies.

Eduardo Galeano, ha sabido transmitirnos en uno de sus más preciosos poemas, los pensamientos de millones de personas, que no son nadie para el mundo, y lo que es peor, que se sienten nadie para Dios porque¿Dónde está Dios en esos lugares? La respuesta es sencilla, Dios está en las personas que olvidan sus falsas seguridades y se lanzan a ayudar a quienes necesitan ayuda, quienes no tienen miedo a las consecuencias, sino que solo les importa la consecuencia de tener miedo… la muerte de tantos por la pasividad de muchos. El cristiano debe tener la mirada de María para saber olvidar sus propios problemas y ponerse a reunir a las primeras comunidades para insuflarles con su ejemplo de vida la necesidad de salir al encuentro de los últimos, de los preferidos, de los olvidados, de los nadies.

Los Nadies de Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro

y sueñan los nadies con salir de pobres,

que algún mágico día

llueva de pronto la buena suerte,

que llueva a cántaros la buena suerte;

pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,

ni mañana, ni nunca,

ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,

por mucho que los nadies la llamen

y aunque les pique la mano izquierda,

o se levanten con el pie derecho,

o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie,

los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados,

corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,

rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones,

sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos,

sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal,

sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies,

que cuestan menos

que la bala que los mata.

 Debemos dequitarnos de encima esa modorra que nos adormece y no nos deja sentir con el dolor del otro. Los que queremos seguir a Jesús debemos de dar pasos hacia delante y que nuestro hablar de Dios sea hablar de compromiso, hablar de una mirada distinta del mundo, y al mundo, hablar de otra forma de ser y otra forma de hacer las cosas. Porque se puede hacer lo mismo de muchas formas, pero sobre todo se puede hacer lo mismo con otro corazón. Como nos diría San Francisco deAsís: “Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible.”

Que esta conmemoración, no quede en simple titular,que nos deje indiferentes, que seamos capaces de dejarnos tocar en lo profundo.Que en nuestros retos diarios entren también el saber acoger y acompañar a los que llegan buscando un supuesto mundo mejor (¿Qué es lo que le ofrezco yo anivel personal?) y por supuesto que entren también en nuestra oración porque desde ahí estarán en nuestro corazón.