La autoayuda, ya sea en forma de libro, youtuber o influencer, sigue estando al orden del día. No creo que haya cambiado mucho desde hace 20 ó 30 años, con la diferencia de que los medios son otros. El coaching ha llegado, parece que para quedarse. En estos medios en los que buscamos respuestas a las preguntas de la vida. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo ser feliz?
Lo peor es que, después de ver que han fallado estrepitosamente en su misión, volvemos a ellos. Nos engañan otra vez con eso de ‘puedes ser todo lo que quieras ser’, ‘si te esfuerzas vas a conseguir lo que quieras’, y otras lindezas que sólo causan frustración y culpa. ¿Acaso no me estoy esforzando demasiado, no seré lo suficientemente bueno?
Encontrar respuestas a la vida es más difícil ahora que hace cincuenta o cien años; una lástima, porque no elegimos el tiempo en que vivimos. Pero, parafraseando a mi mago favorito, sí podemos elegir qué hacemos con esa época que se nos ha dado.
Tomando una imagen de Spadaro, el ser humano de nuestro tiempo es del tipo ‘radar’. Nos encontramos ante demasiados estímulos externos y tenemos que poner en nuestro mapa aquellos que son útiles. Quitar mucho para seleccionar poco. Es muy diferente al ser humano de, digamos, hace 200 años, al que podríamos llamar ‘brújula’: su vida era un mapa en el que tenía que encontrar un norte.
Para que un radar funcione, debe ponerse en disposición, esperar, tener paciencia, y situarse en un lugar al que le llegue lo que le debe llegar. Debe también configurarse adecuadamente para detectar lo invisible, que suele ser lo más importante.
Después de todo, quizá, la solución no sea una respuesta sino otra pregunta.