El pasado sábado (1 septiembre 2018), en Caleruega, acompañamos a fr Bernardo Sastre y a fr Esteban Nko en su primera profesión en la Orden de Predicadores, concluida su primera etapa de formación: el noviciado; y afr. Antonio Medialdea y fr Dailos Melo, en su etapa de estudiantado, quienes renovaban su profesión por un año más.
Fue una celebración muy especial, no solo por lo importante que eran en sí mismas las profesiones, especialmente para Bernardo y Esteban al ser la primera, sino también por el clima que se respiraba esa mañana en Caleruega. Ya en la plaza y frente al convento de los frailes comenzaban los reencuentros, los besos y abrazos, los ¡qué alegría verte!, amplias sonrisas… Reencuentros “muy nuestros” en un lugar que, siendo muy propio de la Orden, para nosotros en el Movimiento Juvenil Dominicano (MJD) es también lugar habitual de celebración y encuentro.
La celebración fue en la Iglesia de las monjas, pero no en la Iglesia sin más, sino en el coro. Ese lugar tan especial al que accedemos la familia. ¡Y bien representada que estaba!: la comunidad de monjas, un grupo muy numeroso de frailes, familiares y amigos de quienes profesaban, gente del MJD y de las fraternidades laicales. Una celebración preciosa, presidida por el prior provincial de la Provincia de Hispania, fr. Jesús Diaz Sariego, concelebrada por el maestro de novicios, fr. Oscar Jesús González, y por el maestro de estudiantes, fr. Moisés Pérez Marcos. El provincial, durante su homilía, les recordaba que el ‘autor de la historia que comienzan a escribir es Dios, pero que cada uno, a su manera, es protagonista de su historia, de su propia historia de amistad con Dios’.
Todos los presentes, desde luego, acompañaban en especial a su fraile, pero para nosotros los jóvenes, y sin duda para mí personalmente, tener la oportunidad de acompañar a Bernardo y Esteban en su primera profesión, y a Toño y Dailos en su renovación fue muy significativo. Una oportunidad de compartir y celebrar esa amistad y camino recorrido durante esta primera etapa en la Ordende Esteban y Bernardo: su paso por el pre noviciado en el Olivar (Madrid) – en donde semana a semana se sumaban a las reuniones de mi grupo; los meses en Sevilla donde compartieron con el grupo del MJD en San Jacinto; sus experiencias en otras comunidades, dejando profunda huella sobre todo en Coruña… tantas historias compartidas: en vivo, por whatsapp, durante celebraciones serias y otras más festivas. Un inicio de camino compartido en dos sentidos, para ellos y para nosotros.También lo compartido con Toño, especialmente durante este último verano en el Campo de Trabajo en Granada y, con Dailos, con los jóvenes en Valencia.
Cada uno, a su manera, dejó que las experiencias vividas durante esta primera etapa de formación les tocaran, les hicieran crecer, defender si “estaban a favor o en contra”, “ponerse las pilas” en otro contexto, con otra gente, en otras actividades… reto que sin duda aceptaron y superaron.
Al final de la celebración, Esteban y Bernardo hicieron una emotiva acción de gracias, en la que nos incluyeron a todos, a toda la familia dominicana ahí presente, agradeciendo especialmente a sus formadores, pero también a Dios, fuente de todas las gracias, por el regalo de la vocación. Y… como no destacar el muy enérgico ¡muchas gracias! de Esteban, que estoy segura de que para quienes hemos tenido la oportunidad de compartir con él, nos sacará por lo menos una gran sonrisa.
Por supuesto tras la celebración vinieron las felicitaciones por la etapa concluida, por la profesión, más besos y abrazos, fotos… Sus caras reflejaban una mezcla entre profunda felicidad y relajación tras haber dado esteprimer sí quiero.
Una celebración para recordar que abre paso a una nueva etapa de camino por recorrer, en la que confío sigamos teniendo oportunidad de caminar juntos.
Mónica Marco (MJD, Madrid)