Oigo en la radio un nuevo palabro que ha creado la Organización Mundial del Trabajo (OIT) para nombrar situaciones que ya conocemos. Dicen que en el mundo hay muchos trabajadores y trabajadoras subutilizados. Seguro que cerca de usted hay un joven o una joven sobradamente preparados pero que trabajando en un empleo que no se corresponde con el esfuerzo realizado, a lo largo de tantos años, por su familia y por Estado en su formación. Algunos de ellos, jóvenes y no tan jóvenes, muchas de ellas mujeres, trabajan jornadas parciales, menos horas de las que querrían por distintas causas. En España son 1,2 millones. Otros varios millones no trabajan, no encuentran, porque aún lo buscan, un empleo decente. Junto a estos están todas aquellas personas que han dejado de buscar, ¡tanta es su desesperación!, y todos son una nueva categoría que la OIT llama desaprovechados.

En España hay unos 5,5 millones de personas trabajadoras infrautilizadas. Pero fíjense, 5,5 millones no es un número solamente. Son, una detrás de otra, un montón de personas con sus vidas, sus historias, sus dificultades y alegrias y sus problemas para llegar a final de mes.

El mismo informe nos habla también de una caída de cinco puntos en los salarios en los últimos cinco años. El resultado de la gestión de la crisis es que los trabajadores y las personas autónomas, en España, de media, cobramos unos 3000 euros menos que antes de ella. 

Ya sabíamos que la crisis había sido una excusa para hacernos más pobres a muchos, a la mayoría y que los que más tienen tuvieran aún más. Y también nos explicaron, el propio papa Francisco lo dice, que está crisis era una guerra, una forma de matar, de dejar al margen, de descartar a millones de personas en el mundo. 

La OIT los llama infrautilizados. El papa, descartados. Pero al final, lo importante, lo fundamental no es cómo los nombremos, qué palabra usamos para mencionarlos sino que sean visibles, que seamos conscientes de que están ahí, de que son personas como tú y como yo y que, sobre todo, tanto tú como yo podemos ser unos de esos infrautilizados, desechados o descartados.

Olivia Pérez Reyes