La creación de parques con bancos en una ciudad es símbolo de compartir, de ocio y tiempo libre. Normalmente estos bancos están hechos para que se sienten varias personas y… ¿cuántas historias habrán escuchado? Sin embargo está surgiendo la necesidad de crear más bancos para fines concretos.

Hace unos meses nacía por medio de una niña la idea de crear el “banco de la amistad”, destinada  para que quien se sienta solo se siente y alguien que le vea sentado le pregunte: ¿Quieres jugar conmigo?.

Esto se hizo viral en redes sociales y por supuesto se creó. También se han sumado otros centros educativos como forma de hacer visible el bulling, la soledad en los niños y para fomentar la ayuda entre los más pequeños.

La semana pasada la que se sentaba en el banco era Mercedes, una señora de 88 años la cuál permanecía sola, cabizbaja e inmóvil, con la peculiaridad que los que se acercaron vieron que Mercedes en este caso era una escultura. Esta estatua hiperrealista era parte de una campaña de sensibilización y visualización de una realidad que está en nuestras ciudades, la soledad en los mayores.

En una sociedad donde impera el individualismo las consecuencias ya están siendo visibles. Recuerdo cuando este verano salía con las Hermanas Dominicas a visitar a enfermos y ancianos a sus casas, de las enfermedades que más veíamos y de las más incapacitantes era la soledad. La soledad no es estar solo, sino sentirse solo. Aunque era algo que no visible, cuando entrabas en las casas notabas el malestar de quien lo sufría, pero a la vez la inmensa alegría y el agradecimiento que producía una “simple” visita.

En estos días que vienen, de comidas de trabajo, amigos, reuniones familiares… ¿cuántas personas habrá en nuestras calles que se sientan solos? Y peor aún, como decía el Papa Francisco ¿en cuántas ocasiones padeceremos nosotros la enfermedad de la indiferencia?

Como propósito para esta primera semana de Adviento hagamos como Jesús y acerquémonos a los más necesitados, aquellos que se sienten solos y compartamos nuestro lado del banco.

Belén Rodríguez