Estos días en casi todas las familias nos acercamos a los cementerios en los que descansan nuestros seres queridos.

Se acerca el día de Todos los Santos y el de los fieles difuntos y como si de un acontecimiento de etiqueta se tratase, a todos nos gusta que los sepulcros de los más cercanos estén cuidados y limpios para estos días. Es por ello que por las veredas de nuestros camposantos se ve un trajín de personas que van y vienen, limpian lápidas o ponen flores. Pero todo ello no es más que la señal externa de una realidad que para nosotros, desde la fe, es mucho más profunda.

El recuerdo de los difuntos , el cuidado del lugar donde reposan y los sufragios por sus almas son testimonio de nuestra esperanza, esa tan profunda que nos llena de certeza de que la muerte no tiene la última palabra, que somos seres abiertos al infinito de Dios, un Dios que nos espera para una vida plena en la que se rompen las cadenas del pecado y de la muerte, del dolor y el sufrimiento y en la que triunfa el Amor de Dios que espera y acoge a cada uno de sus hijos.

Por eso además de esas flores o esa visita es nuestra oración por ellos el mejor recuerdo en estos días, con la confianza de estar recorriendo juntos un camino con el mismo destino en Dios, sólo que estamos en etapas distintas. Y termino con una oración de San Agustín por aquellos a los que amamos y nos has precedido.

“No llores si me amas… Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo…. Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos… Si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen… Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía… Ese día volverás a verme… Sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz… Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas.”

H. Amaia Labarta O.P.