Esta palabra significa muchas cosas según cómo sea pronunciada, como muchas o quizás todas, en nuestra lengua, por otra parte. Puede ser la expresión de cansancio de un varón que no consigue ser comprendido; el grito de guerra de una mujer llamando a otras a la defensa de sus derechos; o la pregunta incómoda de un machista, hombre o mujer, que no entiende las reivindicaciones, la toma del espacio público o las leyes que propician la paridad.

Mujeres es también lo que hay detrás de las XVII Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas. Mujeres inteligentes y valientes que se ponen en marcha y por decimoséptima vez se reúnen, durante dos días para hacer teología juntas, ahí es nada.

No es que la Jornada esté cerrada a los varones teólogos, como tampoco lo está a quienes no hemos podido o querido estudiar teología. Pero quizás, estos, no se sienten convocados.

El pasado fin de semana participamos en estas Jornadas junto con otras casi 100 personas, y sí, había algunos hombres, en el Salón de actos de la Institución Teresiana de Madrid. Como ponentes, diversas mujeres de especialidades diferentes: teología, filosofía, artes… porque si algo caracteriza a este encuentro cada año es su multidisciplinariedad.

Desde diferentes enfoques nos aproximamos al tema “Trinidad, deseo y subversión. La vida trinitaria de las mujeres”, con el acompañamiento de varias mujeres: Sarah Coakley (profesora emérita de Cambridge), Olga Belmonte García (Universidad Complutense de Madrid), Elisa Estévez López y Silvia Martínez Cano (ambas de la Universidad Pontificia de Comillas). Deseo y género, el deseo para Emmanuel Levinas y Simone Weil, la samaritana y su deseo de agua que la saciará para siempre y los deseos de las mujeres de nuestra tiempo fueron los distintos eslabones de una misma cadena que fue enganchando a todas las (personas) presentes.

La tarde del sábado nos siguió hablando de mujeres, las que forman la Red Miriam de espiritualidad ignaciana y su trabajo por leer los Ejercicios de San Ignacio desde las vidas y los deseos de las mujeres; y las trinitarias de Suesa (Cantabria) y su camino de renovación, interior y exterior, hasta parecerse cada vez más al sueño de la Ruah para ellas. Y “Voz que grita en el desierto”, el documental que dos jóvenes periodistas han rodado para hablar sobre las mujeres cristianas y feministas, que también las hay, que trabajan desde dentro de la Iglesia por lograr lo que tantas mujeres persiguen: “ser cada vez más iguales”.

Mujeres, dirán algunos.
MUJERES, digo yo.

Olivia Pérez