Ayer, en Roma, el papa Francisco, canonizó al Cardenal Newman.

Figura clave del anglicanismo -dio lugar al Movimiento de Oxford, un movimiento religioso intelectual nacido dentro del anglicanismo que fue orientándose cada vez más hacia el catolicismo y que supuso toda una corriente cultural que aún hoy sigue influyendo en esta nuestra vieja Europa-, se convirtió al catolicismo tras una profunda búsqueda de la verdad, siendo uno de los cristianos más influyentes de la modernidad, también para este siglo XXI.

En tiempos del Brexit, el papa Francisco ha canonizado a Newman, el primer santo británico en más de 40 años y el primer inglés nacido después de 1600. Los últimos santos que había tenido el Reino Unido, en 1970, eran mártires de las persecuciones contra el catolicismo.

Gran intelectual, Newman escribió sobre teología, filosofía e historia, pero también novelas y poesía y fue admirado por Chesterton, Tolkien y CS Lewis.

El Papa Francisco se refirió a él en su homilía para invitar a los peregrinos a promover “la santidad de lo cotidiano”. Parafraseando al nuevo santo, llamó a los cristianos a ser “luces amables en medio de la oscuridad del mundo”. Con las palabras de Newman, Francisco dibujó el perfil del cristiano como un hombre “sencillo, amable, dulce, cortés, sincero, sin pretensiones”.

Lo más fascinante de su figura –y que conecta con la tradición dominicana- es sin duda su apasionante búsqueda de la Verdad nunca separada del amor. Aunque en un primer momento su conversión supusiera para cierto anglicanismo una brecha dolorosa, lo cierto es que el tiempo lo ha dejado como un puente y un referente para ambas Iglesias, como un testimonio de que la búsqueda de la Verdad y afirmación de la identidad, son válidas siempre desde el amor.

Vicente Niño Orti