En estos días pasados del Triduo Pascual hablando con uno de los chicos que nos han acompañado en esta días sobre cómo gastamos la Vida y el Tiempo y de como parece que este vuela sin darnos tiempo a vivirla al cien por cien.

Durante la conversación surgió la pregunta. Y digo LA PREGUNTA porque nunca he sido capaz de encontrar una respuesta que se acerque a la verdad que siento que la habita, una verdad que se escapa resbaladiza cuando intento encontrar las palabras adecuadas para expresarla y hacerla concreta. – ¿Por qué haces lo que haces?

Después de un buen rato de silencio denso, de esos que ocurren cuando quien tienes delante sabe contener el instante, quizás porque a pesar de su juventud ya los lados más oscuros de la vida le han dejado huella y pregunta porque quiere saber de verdad tu respuesta, pude contestar: Por todo lo que he podido ver. Por todo lo que ha entrado en mi retina y de allí a mi corazón, haciéndome ser lo que ahora ves.

Parece una respuesta tonta, quizás esquiva, pero se ajusta a mi verdad. Hago lo que hago porque tengo el corazón lleno de imágenes, de paisajes, de rostros, de historias con nombre propio. Gasto mi tiempo como lo hago porque siempre he buscado impregnarme de una realidad que fuera más allá de lo que me quedaba a mano, más allá de lo que me contaron o enseñaron. Vivo como lo hago, opto como lo hago, porque he comprendido que percibir la realidad depende el contexto en el que se despliega y determina de forma directa la forma que tengo de integrarla. Entender ese contexto implica salir a su encuentro para vivirlo y dejar que me impregne de verdad hasta el último milímetro qque me conforma.

Al final tuve que admitir que tengo todas las razones del mundo para vivir como lo hago pero muy pocas palabras para definirlas. Lo curioso es que tampoco necesito las palabras para sentir que están ahí, son razones del corazón: miradas, sonrisas, dolor y alegría, esperanzas, errores, aciertos… todos con nombre propio.

Cerrar los ojos y revivir los instantes de los que he tenido la suerte de beber, es el acto que las define, es mi punto sólido para hacer pie en el ahora y seguir así, aprendiendo, a reventar cada segundo de mi vida.

Sor Rocio Goncet, OP