Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria y ante él comparecerán todas las naciones.

(…)

Entonces el rey dirá (…) a los de un lado: NN (pon tu nombre, pues te habla a ti) ven, bendito de mi Padre, a heredar el reino preparado para ti desde la creación del mundo.

  • porque tuve hambre, estuve pidiendo en la puerta del supermercado o cerca de tu casa y me diste de comer, o al menos, te interesaste por mi situación y me miraste a la cara como a una persona;
  • tuve sed y me diste de beber, y un día que no tenía lo mínimo para seguir viviendo con dignidad, me ayudaste y estuviste a mi lado;  
  • era inmigrante y me acogiste, y saliste a manifestarte contra las homicidas políticas de extranjería; y te reuniste con otros y otras en la puerta del CIE para reclamar su cierre y mis derechos y a pesar de los aires xenófobos que encontraste alrededor, me acogiste como a uno más;
  • estaba desnudo y me vestiste y dejaste de comprar en marcas que maltratan a sus trabajadores; te pasaste al comercio justo y procuraste que me pagaran un sueldo por ser persona;
  • estaba enfermo y me visitaste, y rezaste por mí, y acompañaste a mi familia e hiciste lo posible por conseguir que la sanidad no fuera un bien de lujo, sino un derecho universal;
  • estaba encarcelado y viniste a verme, y no me juzgaste antes de tiempo ni me despreciaste o discriminaste por haber estado en la cárcel.

Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, inmigrante y te recibimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte?

El rey les contestará: Os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos y hermanas menores, sufrientes, migrantes, hambrientos, sedientos, encarcelados y enfermos…, a mí me lo hicisteis.

Olivia Pérez

Inspirado en Mt. 25, 31-40