De un tiempo para acá han brotado como setas las salas de juego o casinos de barrio. Y cada vez hay más publicidad de las casas de apuestas online e incluso diría que más agresiva, alguna rozando lo excesivo.

Hasta tal punto funciona bien el negocio del juego que ya patrocinan equipos de fútbol, programas de deportes, etc., etc. Se ha convertido en algo tristemente habitual.

Desde el punto de vista legal nada que objetar, o todavía no se ha planteado. Pero desde el punto de vista humano resulta triste ver cómo los jóvenes crecen dedicando tiempo y dinero a algo que no aporta nada a nivel personal ni social y a lo que pueden acabar enganchados.

Creo que como sociedad y como Iglesia tenemos que alzar la voz contra este despilfarro humano y económico. Puede ser legal, pero para nada es ético lo que están haciendo estas empresas. Quizás nos estemos jugando el futuro…