Aproximemos los extremos. Puede que no seamos del todo conscientes, pero somos símbolo de contradicción, somos de extremos. Nos separamos en norte y sur, en derechas e izquierdas, en ricos y pobres, en ateos o creyentes… hablamos de libertad y sólo le damos sentido a esta palabra si lo que se respeta es lo nuestro y hablar de libertad mirando nuestro propio ombligo no da margen a que la ésta se expanda y se muestre tal cual es.
Hace mucho tiempo descubrí de manera personal que la tolerancia estaba en mí hasta que “me pisaron el callo”, hasta que lo que yo decía respetar estaba demasiado cerca como para pasar a su lado y no pararme a pensar, entonces, por fin, comencé a ser tolerante, entendí que la tolerancia se experimenta de verdad cuando necesitas practicarla, que el respeto se demuestra respetando, no diciendo que eres respetuoso.

Nos enseñan desde nuestra infancia que tenemos unos derechos y estos han de ser respetados, pero a veces pienso que cuando se habla de derechos se olvida hacer hincapié en que para que haya derechos tiene que haber obligaciones, que no podemos exigir que los demás cumplan con nosotros lo que nosotros no somos capaces de hacer, que si tengo derecho al trabajo, al estudio, a la formación, a la libertad de movimiento, no soy la única persona en tener esos derechos y que además debo hacerlos realidad comprometiéndome en el trabajo que realizo, preparándome, haciendo uso de esa libertad a la vez que permito que otros la tengan.

Cada vez se habla más de que los padres, con los niños más pequeños, comentan que no saben qué hacer con ellos, que no cumplen las normas, que “les torean”, que no les respetan, todo esto no viene insertado en un microchip que se ejecuta al darle a una tecla, todo esto se enseña, se aprende y si no se comienza desde bien pequeños después es muy complicado que entiendan que lo que se ha permitido hasta ahora ya no se puede hacer.

No pretendo ser derrotista, ni mucho menos, mi reflexión pretende ser un toque de atención a que los extremos entre los que nos movemos los creamos nosotros mismos, porque existe una “fuerza de uno” que nos debe hacer despertar y creernos que nosotros tenemos las posibilidades, que se nos dan las oportunidades de hacer que esos extremos vayan aproximándose, que demos pasos hacia esa unión, que hagamos realidad, desde lo pequeño y lo cercano, la frase tan usada de “OTRO MUNDO ES POSIBLE”.

Macu Becerra

Santa Cruz de la Palma