En los últimos años, han ido adquiriendo más fuerza y reconocimiento algunas tradiciones que nos llegan allende los mares. Unas son más frívolas que otras, como la celebración de un Halloween festivo y algo desenfrenado; el Blackfriday o el ya novísimo Día de los solteros recién importado de la China consumista. Ahora nos llega, incluso a través de las marcas, la extensión o conversión en mainstream (como dicen los modernos, “tendencia mayoritaria”) del calendario de Adviento.
En casa de mis padres, hay uno de fieltro, reciclable, con forma de árbol de Navidad que mi madre rellenaba, a veces, con dulces o pequeñas chocolatinas. Parece que ahora hasta las tiendas de cosméticos lo usan para venderte un producto diferente ¡cada día o cada semana, de aquí a Navidad!
Con el comienzo del Adviento me llegó, a través de las redes sociales ¡benditas, a veces, las redes sociales! un calendario elaborado por el Centro Arrupe de los jesuitas de València. A este le he tomado prestado el título y la idea de este artículo: #SomosTierraDeAcogida Propone, para cada día, una acción en diferentes ámbitos: familia, estudio/trabajo, ecología, amigos, espiritualidad, lo social y la acogida.
Me parece un lema muy bien traído para acompañarnos en este tiempo en el que los y las creyentes preparamos la venida de Jesús: ¿no se trata, en definitiva, de recibirlo, acogerlo, abrirnos cada vez a su propuesta para nuestra vida y para la vida de quienes nos rodean? ¿Acaso no es ese el sentido de nuestra vida de fe?
Por otro lado, tiene una doble lectura, y tampoco nos viene mal en nuestra sociedad, pero especialmente a quienes nos decimos seguidores de Jesús, tenerla en cuenta. ¿Somos tierra de acogida o somos muro infranqueable para quienes buscan en nuestro territorio una nueva o una primera oportunidad para sus vidas? ¿Somos ventana abierta o puerta cerrada? ¿Estamos dispuestos y dispuestas a acoger al diferente, al distinto, a quien llega a nuestra tierra buscando posada como lo hicieron aquella primera Navidad María y José con aquel Jesús en ciernes?
No estaría nada mal que, al menos este Adviento, pudiéramos dedicar un rato a esta reflexión, ¿no?

Olivia Pérez