Yo es que me agobio con tanto descuento y tanta publicidad. Desde el 15 de noviembre llevo en Black Friday y cuando pensaba que ya todo había terminado, llevo ya cuatro días de Ciber Monday. Anglicismos innecesarios aparte, que ese será tema de otro jueves, hay una realidad que por repetida no está de más volver a descubrirla.
Sí, me refiero a la del consumismo que nos acecha navidad tras Navidad. Ahora la excusa es que hay grandes descuentos a finales de noviembre y se pueden encargar todos los regalos. El problema, el de siempre. La invitación a consumir puede disfrazarse de muchas maneras; al final, el único objetivo es aumentar la facturación de la empresa que nos quiere vender algo. Eso, de por sí, no es malo.
Lo que es malo es, en sí, nuestro sistema económico que descarta a quienes no pueden enrolarse en la rueda del consumo y que, directamente, mata. Sí, hay que decirlo alto y claro. Nuestro sistema económico mata. Y no mata solo a niños mineros que sacan coltán en el Congo a las órdenes de explotadores, sino a gente que tenemos muy cerca de nosotros que no pueden comprarse un empaste para sus caries, o ese medicamento, o un alquiler digno está lejos de sus sueños. A quien no puede encender la calefacción….
Pero en este sistema quienes tenemos la última palabra y el último poder somos quienes tenemos el poder de consumir. Así que, por lo menos, hagámoslo responsablemente.

Asier Solana