Hoy es 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. Sí. Los Santos. El Día de Difuntos, a pesar de que hoy se realizan mayoritariamente las visitas a los cementerios y a pesar de Halloween, las momias, las calabazas, los murciélagos y todo lo demás, no es hoy. Es mañana.
Es posible que lo supieras, pero me he convertido en una firme defensora de este día de Todos los Santos al darme cuenta de que mucha gente se olvida.
Y mi reflexión conecta, como no podía ser de otra forma, con lo que pasa estos días en España. No soy de banderas. Ni de unas ni de las otras. No la llevo en la muñeca ni la cuelgo en el balcón. Pero de enarbolar o envolverme en alguna lo haría con la que usaron todos aquellos a quienes celebramos hoy. La del amor, la compasión, la bandera de la fe y la del compromiso por quienes más sufren. Solo me gusta la enseña de quienes siguen y siguieron a Jesús. Ese ejército lleno de personas como yo pero que un día descubrieron el tesoro escondido, lo vendieron todo y compraron el campo donde estaba.
Dicho esto, creo que también puede estar bien recordar que este a quien seguimos nos invitó a amar siempre, escuchar siempre, tratar de comprender y perdonar siempre. No nos queda otra.

Olivia Pérez