Aunque el verano ya nos haya dejado de lado, me gustaría recomendaros Estiu 1993, una película que te deja atónita y sin palabras cuando aparecen los créditos finales. Cuando la vi en julio supe que iba a conquistar a muchos espectadores. Hoy me alegra saber que ha llegado a persuadir a los miembros de la Academia y que nos va a representar en los Oscar.
Carla Simón, directora de Estiu 1993, nos presenta desde los ojos de Frida, una niña de seis años, cómo se puede asimilar la muerte de tus padres. Frida y Carla Simón son la misma niña,  ya que cuenta su historia personal cuando su vida dio un vuelco y se quedó huérfana. Frida es una niña que tiene que gestionar sus emociones, comprender la muerte y aceptarla sin más, vivir sin volver a ver a sus padres, a los cuales se los llevó una enfermedad que durante la película se convierte en tabú.
El film es capaz de provocar al espectador muchas emociones contradictorias, desde el llanto  y sufrimiento hasta la risa en los momentos en que te ves reflejada en esa niña que juega, se disfraza y se pinta los labios.
La directora en una entrevista concedida para La Vanguardia afirmó «todos solemos considerar a la familia como algo garantizado que damos por hecho. Pero ¿y si falta y tienes que crearla?» . Este comentario de Carla Simón me impactó, pues cuántas veces no valoramos a la familia que tenemos, buscamos defectos, criticamos, no damos las gracias, pasamos de nuestros padres. En la película el espectador observa cómo Frida intenta (re)crear una familia, sentirse parte de ese nuevo núcleo que hasta ese momento no era suyo. A un nuevo núcleo impuesto por la muerte.
«¿Tú por qué no estás llorando?» Le pregunta un niño a Frida al inicio de la película. Y es que a veces la tristeza no es tan fácil de expresar. El llanto de Frida parece que nunca llega a materializarse. En la película predomina la delicadeza, la sencillez para tratar temas como el sufrimiento, la muerte. La película recrea la vida tal cual es, no nos habla solo de la inocencia de los niños, no cae en tópicos, sino que va más allá y explora los límites de una niña que no comprende porque no puede tener padres como su prima, que no sabe verbalizar su dolor.
Estiu 1993 nos transporta y nos muestra nuestros veranos de niños, con verbenas, el pueblo, los helados, también los miedos, los traumas, los celos. Si todavía no has visto la película, no esperes más.

Teresa Donderis