Con esto de los nacionalismos, radicalismos, que estamos viviendo hoy día nos lleva a todos a debatir y cuestionar. Existe una facilidad de crítica y el “echarle la culpa” a alguien, a responsabilizar, pero realmente…¿se está dando una solución?
Hace unos meses con los atentados de Barcelona, hablaba una educadora social sobre los jóvenes que habían cometido los atentados. “Erais tan jóvenes, tan llenos de vida, teníais toda una vida por delante … y mil sueños por cumplir” y sin embargo, quitan la vida a otra personas y hasta la suya propia ¿qué les lleva a ello?
Jóvenes sin sentir una identidad, sin sentido de la vida. Van deambulando, sin nacer en su cultura, pero viviéndola dentro de sus familias, un trabajo de “inculturación” muchas veces demasiado exigente, no adaptados e incluso rechazados en el lugar de destino. La búsqueda de ese reconocimiento y esa identidad que les proporciona “gente aprovechada”, hace que se sienten valorados, incluidos en un grupo, un radicalismo por ese sentimiento de ser alguien.
Lo asemejo un poco a lo vivido estos días en Cataluña. La mayoría son jóvenes, nietos de catalanes pero también de andaluces, extremeños… ¿como muestran tanto odio, radicalismo? ¿Será que necesitan esa identidad? Una cultura catalana que era abierta al acogimiento y al turismo, donde se convivían varios pensamientos, ¿como en días todo se vuelve extremo?
Esa valoración de “sentirnos alguien”, una pertenencia a un grupo tan extremo, hace que se pierdan los valores de uno y solo crea bandos sin fundamento. Así podemos ver el resto del mundo, donde “personajes” grandes líderes han sido apoyamos por mayorías pero con ideas tan extremas que a veces es incomprensible. Deberíamos preguntarnos de vez en cuando, ¿cuál es mi identidad? ¿Cuál es mi sentido de la vida? La identidad  de Jesús, hijo de Dios, era clara: el Amor.  Ahora nos toca a nosotros como cristianos darle sentido a nuestra vida y revisar si nuestra identidad también es el Amor. Tenemos que reconocer los dones que Dios nos dejo y compartirlos con los demás, todos nos enriquecemos. Mi identidad es el AMOR.

Belén Rodríguez