Adolescente, cristiano, nini, político, rockero, feminista, adulto, española, friki, perroflauta, bisexual, vegetariano, musulmán, modelo, vasca, ateo…
Etiquetamos a  las personas como prendas de ropa, pero nadie tiene por qué ser algo en su totalidad, como una camiseta puede ser de algodón.
Etiquetas que implican prejuicios, basados en estereotipos, y nos privan de enriquecernos con la diversidad.
Hemos creado una zona de confort en cuanto a las relaciones sociales que establecemos. Creemos ser capaces de predecir cómo actuará una persona tan solo observándola unos minutos, y este hecho nos hace sentirnos más seguros.
Tal vez, por miedo a lo desconocido.
Puede parecer difícil dejar los prejuicios a un lado y enfrentarse a las personas desde el “simple” respeto y amor; pero atrevámonos a ser como el buen samaritano.

Almudena Monzó