Hace ya apenas un mes que miles de jóvenes españoles se presentaron a las pruebas de acceso a la universidad, dando así un paso muy importante en sus vidas que les traerá nuevos retos, nuevas experiencias y nuevas decisiones a las que enfrentarse. La pregunta “¿qué quieres ser de mayor?” deja de ser lejana para hacerse presente teniendo que decidir qué quiero estudiar, a qué quiero dedicar mi vida.
Ante la elección que se presenta son siempre los mismos consejos que se oyen de padres, profesores y sociedad: elige algo que tenga salidas, que te guste, que se te dé bien, que en un futuro puedas tener éxito y vivir bien. Todos ellos válidos y lógicos pero…como cristianos, ¿no deberíamos dar un paso más?
Hace ya unos años, hablando con una buena amiga mía me dijo que ella había elegido la profesión que hoy desempeña para poder servir a los demás haciendo lo que más le gusta y de la manera que mejor se le daba y de esta forma poder seguir con la misión que Jesús nos dejó.
Esta me pareció la descripción y el consejo perfecto para comenzar a pensar a qué quiero dedicarme. ¿Si he elegido vivir mi vida al servicio del Reino por qué no lo hago también mediante mi profesión? ¿Por qué no hacer de mi profesión mi misión de construir Reino de Dios?
Ya sabes lo que se dice, convierte tu pasión (y tu misión) en tu profesión y no tendrás que trabajar nunca.
Sara Márquez